martes, 1 de enero de 2013



REFLEXIONES SOBRE LOS AÑOS, VIEJO Y NUEVO

Todos los días termina un año y todos los días empieza otro. Lo que pasa es que no están registrados en un calendario. Este año, como todos desde hace más de una década, y siguiendo una tradición importada del eje panamericano (de El Vigía hacia acá, que yo conozca) se elaboró y luego quemó una efigie representativa del año viejo. Pero este año le dieron la forma de un antiguo maya. Si de los que hicieron el famoso calendario tan mal interpretado por los negocios de difusión. En los primeros segundos del 2013, una vez concluido el ritual de los abrazos y felicitaciones, fue el infeliz año viejo maya a enfrentar su fatalidad en el callejón de atrás. Mientras ardía y explotaba por efecto de los innumerables petardos introducidos en su precolombino cuerpo, tuvo que escuchar como se le increpaba –Para que sigan hablando pendejadas que el mundo se va a terminar- Cuando en realidad parece que los mayas nunca dijeron eso, fue un infundio de los negocios ya mencionados para ver si vendían un poco más y si la gente olvidaba un poco la oculta y prefabricada tragedia siria.
También, todos los años por estas fechas, nos felicitamos y deseamos recíprocamente que el año venidero sea mejor y que nos traiga un súper barco carguero hasta la bandera de cosas buenas. Pero, y basado en mi experiencia, no se hace mayor cosa para que esa catarata de felicidad acontezca. Simplemente esperamos que suceda. También es cierto que lo que podemos hacer no es mucho ni muy decisivo. Pero en gran medida depende de la actitud. Los más admirables asumen -Si me va mal, no le paro, al mal tiempo buena cara- Y se quedan como si nada. Se dice que esto es muy bueno. Otros cogemos alguna que otra arrechera. Dicen que esto es malo y afecta. Lo que no saben es lo aliviado que uno queda después de unas cuantas imprecaciones, maldiciones y sapos y culebras que brotan de lo profundo de la psique.
Al año 2013 no le costaría mayor esfuerzo ser mejor que el 2012 (Excluyo en esta consideración a los que se ganaron la lotería o les fue del carajo en los negocios) Pero ¡Ojo! Porque también pudiera ser peor. Así que ¿qué podremos hacer? Lo sabremos después de que pase.
Declaro que yo también felicité y felicito el año nuevo. Así como deseé y deseo que os vaya muy bien, de rechupete. A sabiendas de que es poco probable que el encargado me pare muchas bolas, aunque ¡quien quita! Pero el intento se hace.

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